jueves, 10 de febrero de 2011

Malvinas: acciones armadas, fracaso diplomático y derrota


Extraído del libro “Malvinas… Un llamado a la memoria”, docentes y alumnos del Instituto Santa María, Mercedes (B), 2009.

El 5 de abril partió desde el Reino Unido la Fuerza de Tareas británica con destino al Atlántico Sur. El 12 de abril el gobierno británico declaró, unilateralmente, una zona de exclusión de 200 millas náuticas con centro en Malvinas. El 15 los EEUU deciden apoyar políticamente y con material bélico a Gran Bretaña en la recuperación de las islas. Ya lo habían hecho anteriormente al autorizar el uso de la isla Ascensión como base logística, aunque exceptuando el aporte de personal militar y con el imperativo de no actuar sobre el continente.
El 25 y 26 de abril, un grupo de la Fuerza de Tareas británica recapturó Georgias del Sur. El 27 arriba la flota británica al teatro de operaciones, con antelación habían llegado submarinos nucleares. El 28 Inglaterra declara zona de exclusión total a la que antes había declarado zona de exclusión marítima.
El 1° de mayo, las fuerzas británicas intiman a la rendición a las argentinas, lo cual no fue aceptado. Entre el 2 y el 20 de mayo, los británicos realizan ataques de artillería aeronaval diurnos y nocturnos.
El 2 de mayo fue hundido el crucero argentino ARA Gral. Belgrano fuera de la zona de exclusión declarada por Inglaterra, hecho que neutralizó la operatividad naval argentina. El 4 de mayo, un avión argentino lanza un misil al destructor británico HMS Sheffield, que se hundió días después. El 10, los británicos hunden el ARA Isla de los Estados en el estrecho de San Carlos. El 15 y 16 de mayo, en un ataque nocturno de comandos británicos helitransportados, fueron destruidos diez aviones argentinos de la base aérea Calderón, en la isla de Borbón. El 20 y 21 se produce el desembarco británico en Puerto San Carlos y Puerto Buses, precedido de ataques aeronavales de distracción en Puerto Argentino, Puerto Darwin, Puerto Fox y Puerto Howard.
Entre el 21 y el 23 de mayo, ataques aéreos argentinos hunden la fragata Ardent y averían otros buques. El 24 se hunde la fragata Antílope, mientras los británicos continúan desembarcando hombres y abastecimiento, sin que las fuerzas argentinas pudiesen impedirlo. La Argentina convoca al TIAR y Thatcher rechaza la exhortación del Papa a la paz. El 25 son hundidos por ataques aéreos argentinos el destructor HMS Coventry y el porta contenedores Altaltic Conveyor, mientras las fuerzas británicas consolidan una cabeza de playa. Gran Bretaña afirma que vetará cualquier tregua propuesta. El 26 de mayo la ONU dicta la Resolución 505, propugnando el cese de hostilidades. Thatcher manifiesta que ya “no hay nada que yo pueda hacer, pero si los argentinos se retiran en 10 días no habrá necesidad de batalla”. 
El Ministro de Defensa argentino, por su parte, manifiesta su confianza en el éxito de la batalla final. Entre el 27 y 29 de mayo, paracaidistas británicos atacaron Darwin con abrumadora superioridad de hombres y armamentos. Las fuerzas argentinas debieron retroceder hasta Groose Green, donde quedaron rodeadas y debieron rendirse, conjuntamente con la base aérea Cóndor.
El 28, el TIAR condena el ataque británico, e insta a los países latinoamericanos a ayudar a la Argentina y a los EEUU a dejar de asistir a Gran Bretaña. Entre el 29 de mayo y el 9 de junio, los británicos inician su desplazamiento hacia el este, helitransportados y a pie.
El 1° de junio, Menéndez arenga a las tropas argentinas diciendo: “la derrota del enemigo debe ser tan aplastante que nunca más se le ocurra invadir nuestro territorio”. El 4, el Concejo de Seguridad de la ONU logra los votos para el alto el fuego, pero sobreviene el veto británico. El 6 de junio, los No Alineados requieren el cese de hostilidades, el fin del apoyo estadounidense a Inglaterra y el cese de las medidas económicas de la CEE contra la Argentina. Apoyan los derechos soberanos argentinos y declaran a las islas Malvinas parte del continente americano.
El 8 de junio, Reagan habló en ambas cámaras del Parlamento norteamericano, reiterando su apoyo a la acción bélica. Entre el 9 y el 12 de junio, caen Monte Longdon, Monte Dos Hermanas y Monte Harriet. Entre el 11 y el 12 de junio visita la Argentina, en misión de paz, el Papa Juan Pablo II. El mismo 12 se inicia el ataque final a Puerto Argentino, que dura hasta el 14. En pleno repliegue de las tropas argentinas caen Wireless Ridge y Monte Tumbledown. La defensa quedó desarticulada, sin posibilidad de maniobra, sin movilidad ni apoyo. La situación física y psicológica de los soldados argentinos era crítica. A las 10.00 hs. del 14 de junio, cesa el fuego de ambos bandos en forma no concertada. El comandante británico Jeremy Moore, cuyas tropas se encontraban frente a Puerto Argentino, inicia conversaciones con Menéndez. A las 21,00 hs. Se firmó la capitulación de las fuerzas argentinas.

Una de las principales determinantes de la derrota argentina en la guerra de Malvinas fue la superioridad naval de la Fuerza de Tareas británica. Debido a ella y, a partir del establecimiento de la “zona de exclusión total”, quedó cortada la comunicación entre las islas y el continente, imposibilitando el apoyo logístico por vía aérea. Esto agravó la precaria situación de las tropas argentinas, su estado físico y su capacidad de combate.
La presencia de submarinos nucleares impidió el apoyo naval a las tropas argentinas en las islas. La superioridad de la fuerza aeronaval británica, que operaba desde portaaviones, les permitió hostigar permanentemente a las tropas argentinas asentadas en tierra y, luego del desembarco, proporcionó apoyo logístico a sus operaciones terrestres.
La distancia entre el continente y las islas imposibilitó el apoyo aéreo a las fuerzas terrestres argentinas, que por su parte, debieron actuar en un ambiente geográfico riguroso: frío, suelo pedregoso y con afloraciones de agua permanentes, para el cual los soldados estaban poco preparados, mal pertrechados y con dificultades de aprovisionamiento derivadas del hostigamiento de la artillería británica. Esta situación, sumada al maltrato por parte de la oficialidad argentina para con sus propios soldados (jóvenes de alrededor de 18 años), afectó su capacidad física y psicológica.
Los militares argentinos convirtieron la justa causa de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas en una guerra injusta. Se sostiene que la idea inicial era: ocupar militarmente las islas, izar la bandera argentina, provocar el reclamo británico y obligar el aceleramiento de las negociaciones en la ONU. Ese plan habría quedado descartado cuando Galtieri se “embriagó” con el apoyo popular expresado masivamente en la Plaza de Mayo.
La guerra fue mal planificada (si es que existió planificación alguna), los militares mejor preparados quedaron en el continente, las fuerzas terrestres argentinas resultaron insuficientes para evitar el desembarco y debieron actuar en un teatro de operaciones eminentemente aeronaval, sin el adecuado equipamiento ni preparación previa. La falta de medios de movilidad adecuados, agravada por la pronta destrucción de aviones y helicópteros, limitó su capacidad de maniobra.
Las fuerzas argentinas se enfrentaron a una de las principales potencias militares del mundo. La considerable superioridad británica en medios de movilidad (especialmente helicópteros), les permitió una mayor posibilidad de maniobra, apoyo de combate, desplazamiento de tropas, cambios de posición de artillería, relevos, apoyo logístico y evacuación de heridos. A la superioridad numérica y al mayor alcance del fuego de artillería, se sumó el permanente apoyo del fuego aéreo y naval, una absoluta superioridad en medios de visión nocturna, en material de comunicaciones, en vestuario apto para la rigurosidad del clima y en armamentos modernos.
Las fuerzas argentinas sufrieron, en total, 649 bajas, entre muertos y desaparecidos durante el conflicto. 323 de ellas se produjeron en el hundimiento del Belgrano. A estas cifras deben sumarse los 1.068 heridos, las consecuencias psicológicas en los ex combatientes y los suicidios de muchos de ellos, que en la actualidad superan los 350.
La guerra sólo benefició a Inglaterra, que continúa en posesión de las islas. Luego de la guerra, Gran Bretaña instaló una base militar en Malvinas con mayor número de hombres y armamentos. Los isleños obtuvieron una mayor consideración por parte del gobierno británico, e intensificaron su rechazo hacia la Argentina. La victoria británica afectó las negociaciones posteriores, tanto bilaterales como dentro de Naciones Unidas, perjudicando el reclamo de soberanía argentino sobre las islas. La guerra significó, además, el fin de la dictadura y el retorno a la democracia en nuestro país.
Las pruebas a las que nos remite la historia reciente nos permiten concluir que los militares, cuyo gobierno tambaleaba antes de la guerra como consecuencia del fracaso de su política económica, sabían que pronto deberían irse. Para el año ’82, a su desprestigio a nivel internacional se sumaban las tensiones internas de una sociedad harta del autoritarismo, que ya comenzaba a expresarse a través de la Multipartidaria y de algunas manifestaciones populares. Una de ellas, tres días antes de la toma de Malvinas, había terminado en una dura represión.
La decisión de recuperar las Malvinas por vía militar estuvo signada también por esta realidad. Los militares necesitaban un “paraguas” bajo el cual quedar protegidos en el inminente retorno a la democracia. Ese “paraguas” que los cubriría en la retirada sería Malvinas, un sentimiento caro en el pueblo argentino inculcado desde la infancia en la escuela. ¿Quién se atrevería a juzgar por crímenes de lesa humanidad a los mismos militares que habían defendido la soberanía argentina en Malvinas?
Hoy la Guerra de Malvinas es una herida abierta en nuestro pasado reciente. Más que a la historia pertenecen a la memoria, porque es la “historia viva”. Debemos recordarlas, pero el problema es cómo. La guerra de Malvinas – como la dictadura militar – debe ser incluida dentro del NUNCA MÁS. Nunca Más los argentinos debemos apoyar a un gobierno de facto, en ningún sentido, mucho menos en una guerra. Nunca Más el autoritarismo, el Terrorismo de Estado y los Crímenes de Lesa Humanidad. Los argentinos nos debemos aún una profunda y sincera autocrítica que implique interrogarnos sobre esa guerra y reflexionar sobre las razones por las cuales la sociedad argentina brindó apoyo a las acciones bélicas sin preguntarse cuál sería el costo y a quiénes se estaba apoyando.

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