jueves, 10 de febrero de 2011

La Guerra de Malvinas (1982) y la Diplomacia


Extraído del libro “Malvinas… Un llamado a la memoria”, docentes y alumnos del Instituto Santa María, Mercedes (B), 2009.

El 18 de marzo de 1982, un grupo de obreros del empresario Constantino Davidoff, transportados en el buque argentino Bahía Buen Suceso, llega a Puerto Leith, isla San Pedro, Georgias del Sur. Los hombres desembarcan el 19, izan la bandera argentina y entonan el himno nacional. Davidoff había firmado un contrato con una compañía ballenera para desguazar allí sus instalaciones con conocimiento del gobierno británico. Los cuarenta hombres que iniciarían los trabajos portaban la tarjeta blanca, documento reglamentario otorgado por autoridades británicas.
Producido el desembarco en Puerto Leith, se presentan los funcionarios británicos exigiendo que el grupo se trasladase a Grytviken para cumplimentar formalidades legales, lo cual no fue aceptado por los argentinos. Gran Bretaña realiza una protesta diplomática, calificando el desembarco de ilegal ante la falta de autorización del gobierno de las Falklands.
Enseguida ambos países envían buques de guerra a la zona. El gobierno argentino comunica al británico que no permitirá el desalojo por la fuerza de los trabajadores. Se suceden en Buenos Aires tratativas diplomáticas. El 28 de marzo arriba a Puerto Leith el buque argentino Bahía Paraíso, que desembarca quince hombres. El 1° de abril Gran Bretaña envía a la zona al submarino nuclear Superb. En la noche del 1° al 2 de abril, el presidente de los EEUU Ronald Reagan, llama por teléfono a Galtieri para intentar frenar el desembarco argentino en Malvinas.
Toda guerra necesita una excusa para ser declarada. Los sucesos de Puerto Leith fueron una farsa ideada para presentar a Inglaterra como país agresor y justificar, de ese modo, la respuesta argentina con el desembarco en Malvinas.
El gobierno de facto no tuvo en cuenta lo fácil que resultaría a Gran Bretaña presentar a la Argentina, gobernada por una dictadura, como país agresor ante la comunidad internacional. La “lucha contra el comunismo en América Latina” había, prácticamente, finalizado. En ella se había aplicado la represión ilegal y el Terrorismo de Estado. Reagan recibía la presión de la Comisión Interamericana y sus denuncias por violaciones a los DDHH en Latinoamérica. El “proyecto dictadura” tenía sentencia de muerte. Se iniciaba en el continente el “proyecto democracia”. La comunidad internacional ya había condenado al gobierno argentino mucho antes del 2 de abril. La Argentina sólo contaría con el apoyo de los países latinoamericanos y de los No Alineados, pero sólo en función del anti imperialismo británico y estadounidense.
El 2 de abril de 1982, la Argentina ocupa militarmente las islas Malvinas en el denominado Operativo Rosario, preparado en el más absoluto de los secretos. El Reino Unido rompe relaciones diplomáticas con nuestro país. El Departamento de Estado norteamericano pide el cese de hostilidades y el retiro de las tropas argentinas de las islas. Se producen debates en Naciones Unidas donde la posición del gobierno argentino es: “todo es negociable, menos la soberanía”.
El 3 de abril, fuerzas argentinas ocupan Grytviken, en Georgias del Sur. La Primer Ministro británica, Margaret Thatcher, expresa el objetivo de su gobierno: “que las Falkland, Georgias y Sandwich del Sur sigan siendo británicas”. El Concejo de Seguridad de naciones Unidas aprueba la Resolución 502, que dispone el cese de hostilidades, el retiro de tropas argentinas y la apertura de negociaciones. La Argentina aparece como país agresor.
El 5 de abril zarpa la flota británica hacia el Atlántico Sur. El gobierno argentino anuncia su intención de convocar al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca). Reagan designa a Alexander Haig como mediador, quien vuela a Londres, donde dijo sorprenderse ante la intransigencia de Thatcher.
El 10 de abril, la Plaza de Mayo se llena con una multitud que expresa su apoyo al gobierno argentino. Galtieri, desde un balcón de la Casa Rosada, afirma que “la dignidad y el honor nacional no son negociables”. El 11 de abril, Gran Bretaña inicia el bloqueo naval a la Argentina. La Comunidad Económica Europea (CEE) aprueba el boicot a las importaciones argentinas. El 14 de abril, la Argentina denuncia en la ONU que Gran bretaña pretende utilizar la Resolución 502 para reimplantar el colonialismo. Thatcher, cuyo gobierno antes del conflicto se encontraba tan desprestigiado como el argentino, se afirma en el poder, manifestando al mundo su objetivo de “impedir el triunfo de una dictadura despreciativa de los DDHH”.
Thatcher logra, de este modo, el respaldo del Parlamento Británico a su política belicista, de la OTAN al envío de la flota y de la CEE, que aprueba sanciones a la Argentina. Entonces, Gran Bretaña impone el bloqueo aéreo. En tanto, Reagan se comunica con Galtieri, expresando sus “deseos de una solución pacífica dentro del marco de la Resolución 502”.
El 16 de abril, la Argentina denuncia en la ONU y en la OEA el bloqueo impuesto por Gran Bretaña, reitera su posición de acatar la resolución 502 y califica la “reacción británica de absurda, desproporcionada y sin fundamento”. Haig realiza una propuesta que implica, entre otros aspectos: “el retiro de las fuerzas argentinas, administración tripartita entre EEUU, Gran Bretaña y la Argentina y consultar la voluntad de los isleños”. Ambos países la rechazaron. Haig afirma el 19 de abril en Buenos Aires que “la guerra sería la mayor de las tragedias”. Galtieri, por su parte, reitera su decisión de no abandonar las islas. 
El 20 de abril, a pedido de la Argentina, la OEA convoca al TIAR. Ese mismo día se conoció la propuesta argentina: “administración tripartita y reconocimiento de nuestra soberanía sobre las islas”. Gran Bretaña no la acepta por no considerar la voluntad de los isleños. La Junta Militar da un comunicado en Buenos Aires, manifestando que “no tiene reparos en considerar la voluntad de los habitantes de Malvinas, en tanto ello no interfiera con nuestra soberanía”.
 El 21 se conoce la contrapropuesta británica: “retiro total e inmediato de las tropas argentinas, período de distensión bajo administración británica y negociación luego de consultar la voluntad de los isleños”. El Parlamento Europeo decide solicitar el retiro argentino de las islas, en tanto los No Alineados apoyan los derechos soberanos argentinos. Galtieri visita las Malvinas y afirma que “son espiritualmente inexpugnables, y que tiene la seguridad y el convencimiento de que la bandera nacional no será arriada”.
Gran Bretaña vuelve a exigir el retiro de las tropas argentinas, el restablecimiento de la bandera británica y el cumplimiento de la Resolución 502. No obstante aceptaría una administración conjunta con la Argentina y EEUU y discutir la soberanía en consulta con los isleños. El 25 de abril, el Reino Unido retoma Georgias del Sur. El 26 llega a EEUU el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Nicanor Costa Méndez y, al recibir la noticia de la toma de Georgias, aplaza su reunión con Haig, endureciendo las negociaciones.
El 27 de abril, Thatcher afirma que “es poco lo negociable, sólo lo que quieran los 1.800 isleños”, y exige el retiro de las tropas argentinas. EEUU realiza una última propuesta: “cese de hostilidades, retiro simultáneo (de las tropas argentinas y de la flota), autoridad tripartita (EEUU, Inglaterra y Argentina) y protección de los intereses de los isleños”. La Argentina no acepta por no considerar su soberanía sobre las islas. El 28 de abril, el TIAR respalda los derechos argentinos. El Papa Juan Pablo II envía un telegrama a Thatcher solicitándole una solución pacífica.
El 30 de abril, los EEUU abandonan su “neutralidad” y deciden aplicar sanciones a la Argentina, desconociendo la resolución del TIAR. Con el apoyo norteamericano, Gran bretaña endurece aún más su posición, declarando el bloqueo total y exigiendo el retiro inmediato de las tropas argentinas de las islas. El Reino Unido, contando con el apoyo logístico de la isla Ascensión, aportada por EEUU, cambia definitivamente sus objetivos: “ya no intentará que la Argentina abandone las islas, sino que se decide por el castigo armado”.
El 1° de mayo de 1982, el ARA Gral. Belgrano, navegando fuera de la zona de exclusión declarada unilateralmente por Inglaterra, fue hundido por el submarino nuclear Conqueror, haciendo evidente la intención de Thatcher de evitar cualquier acuerdo diplomático. El hundimiento del Belgrano significó, en efecto, el fin de esa posibilidad. No obstante, ambos países aceptan la Mediación ofrecida por el Secretario general de Naciones Unidas, el peruano Pérez de Cuellar. El gobierno argentino pide el cese de hostilidades. El británico responde que no lo hará hasta que la Argentina abandone definitivamente las islas. En Malvinas, el general Menéndez se manifiesta sin problemas.
El 7 de mayo, Thatcher acusa a la Argentina por el fracaso de las negociaciones, por su negativa a retirarse de las islas. Gran Bretaña amplía el bloqueo hasta 12 millas de la costa argentina. Dos días después fue hundido un pesquero argentino. El 15 de mayo Galtieri sentenció: “no habrá rendición, lo mismo son para nosotros 400 muertos que 4.000 o 40.000”.
El 17 de mayo se efectúa la propuesta final británica con carácter de ultimátum: “cumplir con la Resolución 502 de la ONU, levantamiento de la zona de exclusión, retirada mutua, levantamiento de sanciones económicas, administración designada por la ONU, negociaciones bajo dirección de la ONU y discusión de la soberanía sin incluir las Georgias y las Sandwich del Sur”. La Argentina pretendía “incluir las Georgias y las Sandwich, retirada mutua, regreso de la flota británica, gobierno de la ONU con observadores de ambos países, ambas banderas y la de Naciones Unidas”.
Pérez de Cuellar da por fracasada su gestión. El 20 de mayo, el Reino Unido rechaza la propuesta argentina y retira la suya. Todo termina en el campo de las negociaciones. Termina aquí la crisis y comienza la guerra. Callan los diplomáticos, ahora hablarán las armas.

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