martes, 8 de febrero de 2011

El recuerdo de Martín Caracoche... Memoria de un Militante







Extraído del libro "Aquellas semillas rojas", docentes y alumnos del Instituto Santa María, Mercedes (B), Jóvenes y Memeoria 2009.





A mis alumnos y ex alumnos; a sus padres; a los compañeros docentes de Mercedes; a las autoridades de la Escuela Parroquial; a la Iglesia Católica Diocesana; al pueblo de Mercedes.
En mi carácter de profesor [...], ante la situación planteada en la Escuela Parroquial; y considerando que la campaña de rumores colma la medida de lo prudente, creo llegado el momento de explicitar algunas cosas que agreden a mi persona y a la profesión docente evidenciando la intención de quienes deberían hacerse responsables si es que tienen las pruebas necesarias.
Por ello digo [...]:
1) No soy marxista porque trato de asumir [...] los valores de una Patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana [...].
2) No he optado por la violencia en ninguna de sus formas porque estoy convencido de que un cristiano que asume el riesgo del evangelio debe estar a disposición para ofrecer su vida por los demás [...].
3) [...] Me considero parte de la Iglesia Católica [...].
4) No he adoctrinado a mis alumnos ni he promovido la [...] violencia [...]. Ello también es ajeno a [...] mis compañeros docentes [...].
[...] Rechazo de plano lo que dicen de mí quienes hasta ahora se han manifestado desde el anonimato, orquestando una campaña de rumores que [...] persigue el objetivo de mi deterioro personal y profesional a través de presiones psicológicas y morales tremendamente difíciles de soportar.
Espero [...] la presentación de pruebas en contrario de lo que afirmo. Si así no ocurriera [...] tendrán la evidencia de la verdad que expreso.

Martín Caracoche, El Oeste, 24/11/1975.


Declaraciones de una profesora de la Escuela Parroquial

Con respecto a la situación creada en la Escuela Parroquial Padre Ansaldo entre sus autoridades y algunos docentes del establecimiento [...] la profesora [...] María Luisa Gutiérrez [...] en una nota a la opinión pública [...] señala sentirse lesionada en su dignidad personal y profesional ‘por los agravios y crecientes presiones psicológicas y morales’ [...] Totalmente identificada con la Iglesia, considera incompatible este compromiso con un servicio simultáneo a los intereses del marxismo ‘con los que se me identifica gratuitamente y que rechazo en todos sus términos’ [...].
Resultan injuriosas las afirmaciones que la comprometen con un supuesto clima ‘de indisciplina y violencia’ que apuntarían a ‘la destrucción de la Iglesia [...]. A quienes [...] afirman mi militancia política en cualquier ideología, mis actitudes demagógicas de indisciplina y violencia, adoctrinamiento y deformación de mis alumnos, les cabe la responsabilidad de probarlo públicamente. No hacerlo [...] también será una respuesta [...].’

El Oeste, 24/11/1975.

  
“Las formas de la violencia”

A nadie escapa el clima de violencia que se vive en nuestra Patria [...]. En este artículo no intento hablar de la violencia ejercida por los grupos terroristas y subversivos; violencia cruenta, azarosa, que golpea el rostro del hermano y lo mata queriéndolo justificar en la construcción de un mundo mejor para ese mismo hermano. Tampoco es el objetivo analizar la violencia social ejercida en la injusticia, el hambre, el analfabetismo, la represión [...] indiscriminada, etc. Tanto una como otra han sido condenadas [...]. Todo el pueblo las ha denunciado y ha expresado caminos de paz para superarlas.
Pero estos aspectos [...] no agotan el problema de la violencia. Es necesario señalar otras formas más sutiles pero no [...] menos condenables; aparentemente más inocentes pero que causan daños irreparables. Y es necesario demostrarlas para comprender que la violencia se ha instalado en nuestro [...] corazón. Para entender que estamos enfermos de violencia irracional que destruye al hermano de múltiples formas [...] a la que no escapan sectores sociales, personas e instituciones [...].
La violencia ilegítima e injusta intenta destruir al otro. Lo destruye [...] cuando no lo deja ser, lo anula, lo esclaviza por el temor, la presión moral o la extorsión, lo difama. Y de la difamación, como una forma [...] de violencia es de lo que quiero ocuparme [...].
Hoy en nuestra ciudad está a la orden del día. Irresponsablemente cunde el chisme, el rumor que desprestigia, que crea la duda sobre personas o grupos [...] lanzado por personas o sectores sociales con fines específicos y concretos [...] que por su función y responsabilidad social deberían estar [...] lejos de esta forma de irracionalidad y violencia [...].
Difamar es hacer violencia. Es [...] querer destruir socialmente al otro. Es una forma de asesinato [...] espiritual. Es no dejar ser al otro. Es querer desprestigiarlo para marginarlo. Para que los demás duden y sospechen de él. Difamar con la mentira [...] no de frente, es irresponsable y criminal. Se puede buscar el desprestigio del otro en el orden moral, en lo ideológico, en lo profesional. En los tres casos se trata de [...] eliminar al otro.
Hoy es muy [...] efectivo eliminar por la difamación en el plano ideológico-político [...] Así se sostiene que aquel es ‘Comunista’, ‘ojo’, está en la guerrilla’, ‘adoctrina a la gente’, [...]. Las acusaciones no se hacen públicamente [...]. No se tienen pruebas. No son [...] necesarias. Sino sólo que cunda el rumor. Ya se sospecha. Ya lo he eliminado socialmente [...] Es posible que también se lo condene a perder el trabajo, al desprestigio profesional e incluso [...] a la eliminación física. [...] El que lanzó el rumor es una persona respetable, no es terrorista, él no apretó el gatillo [...]. Una persona o grupo [...] vive a los otros como obstáculos para realizar sus propios fines [...] Objetos que hay que eliminar [...]. Entonces, de lo que se trata, es de eliminar el obstáculo [...]. Se difama para [...] derrotar al que tiene ideas distintas [...].

Alfredo Cusa, El Oeste, 2/12/1975.


Declaracion de docentes de la Escuela Parroquial

[...] Asistimos hoy, a la situación de que a dos compañeros [...] se les haya solicitado la renuncia cuestionándolos injustamente como personas que [...] contribuyeron a crear un clima de indisciplina y violencia [...] que lamentablemente vivimos también en la ciudad, el país y el mundo [...]. Repudiamos los rumores que buscan la difamación personal y profesional, ante la opinión pública de colegas que [...] demuestran su compromiso cristiano a través de la educación [...]

Siguen varias firmas


Declaracion de ex alumnos de la Escuela Parroquial

A los padres, alumnos, profesores, personal no docente y personal jerárquico del IPA, a la Iglesia [...] y al pueblo de Mercedes.
Ante los últimos acontecimientos [...] acaecidos en la Escuela Parroquial [...] nos vemos [...] en la necesidad de explicar [...] públicamente nuestro pensamiento.
1) Nos sentimos profundamente doloridos por la campaña de difamación que desde el anonimato [...] intenta desacreditar la integridad [...] de los profesores [...] Gutiérrez y [...] Caracoche.
2) Nadie mejor que nosotros [...] sus alumnos, para atestiguar [...] su idoneidad profesional [...].
3) No es cierto que nos hayan incitado a la violencia, indisciplina y rebeldía, sino por el contrario, siempre explicitaron el Evangelio, que [...] nos orienta a la construcción de una sociedad más justa, humana y cristiana [...].

Egresados del Instituto Padre Ansaldo.
Siguen muchas firmas.
El Oeste, 3/12/1975.


“Condena del rumor y del susurro”

Como los profetas, ellos nunca hablaron quedo:
sostenían la esperanza de ser oídos.
En el principio...el grito...
(Ecos del grito)
El grito como arma
o como escudo.
El grito en la denuncia
y la protesta
Para la indignación
o el júbilo
en la calle.
En el principio de esta historia: el grito
(Siempre el grito)
En el principio... el grito...
(Ecos del grito)
El grito con alarma
o c o r a j u d o . . .
En la serenidad
o la impaciencia...
Para la congoja,
el pánico
o la vida.
En el amanecer de la memoria: el Grito...
Todo el grito...
Y aún Después, el grito...
(Ecos del grito)
El grito s il encioso
o desgarrado... ...Contra
el torturador
y su indecencia...
O en la restitución filial
de pertenencia...
–En el escrache...el grito –
Que la Verdad y la Justicia es grito...
...Simple, seco o leve...
¡Pero es grito!
En el principio...el grito...
¡Y siempre el grito...!
Ese grito que nunca
es solitario
Ese grito certero,
que asestado
en los silencios
de cada hipocresía,
nos hace “compañeros”.
Un grito que conjuga en su... ¡Presente!
El ¡Nunca más!
a todo olvido impune
Heraldos de otro tiempo en
ese grito...
...Parco, claro, breve...
(Clamor del pueblo)
Su ausencia nos re-une.

Martín Caracoche





Testimonio de Virginia Altube, viuda de Martín Caracoche

"Compartí con Martín más de treinta años de mi vida, primero nos pusimos de novios y después nos casamos, como se usaba antes. Nos conocimos el 20 de junio de 1973, el día de la segunda vuelta de Perón, cuando él ya tenía treinta años. Ese día nos miramos... como por primera vez; ahí comenzó nuestra historia juntos.
Fuimos a Ezeiza con la Juventud Peronista de Mercedes. Salieron varios colectivos, en los que iban muchos jóvenes y militantes de los barrios. Todos juntos: estudiantes, trabajadores, mujeres, chicos. En aquella época era muy común que los jóvenes, de cualquier edad, militaran en política.
Martín había nacido en Ramos Mejía y de muy chico vino a vivir a Mercedes con su papá, su mamá y su hermana menor. Fue a la Escuela Normal hasta tercer año de la secundaria; después se pasó al Colegio Nacional y luego estudió odontología.
Paralelamente tenía una intensa vida dedicada a lo artístico. Hacía teatro en un grupo llamado Studium. Durante mucho tiempo actuó y dirigió obras. Él decía que, en realidad, lo que más le hubiera gustado estudiar era dirección de cine; pero en esa época había que conformar a los padres y se decidió por la odontología. Su papá murió siendo él muy chico y eso marcó su vida; se crió con su madre con todas las dificultades. Trabajó desde los catorce años mientras estudiaba y hacía teatro, por lo que tardó más en recibirse. Studium había surgido de un grupo católico.
Por el año ’75, Martín trabajó como profesor en el Instituto Padre Ansaldo [Escuela Parroquial]. En ese momento había un plan de estudios en el que los chicos iban a la escuela a la mañana a cursar sus materias y por la tarde iban a talleres de teatro, títeres, cerámica; todas actividades artísticas. Martín trabajaba en ambos turnos, por la mañana daba anatomía y otras materias por el estilo y por la tarde enseñaba teatro. Había un equipo de profesores que trabajaban juntos, han filmado películas y hacían otras cosas hermosísimas. Realmente creo que los chicos deben haber ido a la escuela con muchísimo gusto. Pero después todo ese proyecto se vino abajo.
Ya en el año ’70, más o menos, Martín había comenzado a participar en la Casa de la Juventud con el padre Juan Dieuzeide y muchos otros jóvenes militantes que luego fueron desaparecidos. Era un momento en que había que decidirse; había que meterse en política. En aquella época esa era una actividad que formaba parte de la vida cotidiana de los jóvenes. Martín era uno de los más grandes del grupo y la mayoría se decidió por la Juventud Peronista. Allí empezó su militancia, que duró aproximadamente desde el ’70 hasta el ’75; militó muy fuertemente porque era una persona muy comprometida; si se metía en algo lo hacía en forma total, sin medias tintas. Se decidía y se jugaba con todo.
Al principio fue hermoso, íbamos a los barrios, trabajábamos; nos parecía que íbamos a cambiar el mundo, que era posible que hubiese más justicia, que no hubiese desigualdad. Pero desgraciadamente duró poco; después vino la etapa de persecución, que comenzó en el ’74, preparando lo que luego sería la dictadura militar. Cuando se da el golpe el 24 de marzo de 1976, esa misma noche salieron los militares con apoyo de la policía y de muchos denunciantes civiles, gente de la Iglesia, empresarios, etc.; que denunciaron y marcaron a quiénes había que detener.
Martín fue marcado como ideólogo, y mucho tuvo que ver esa experiencia educativa de la Escuela Parroquial. Algunos curas y laicos de esa escuela fueron quienes dijeron nombres de personas supuestamente peligrosas. Martín fue denunciado y cesanteado junto a otras personas, y fue por su militancia en la Juventud Peronista. La misma noche del golpe salieron a buscarlos a todos. A Martín lo detienen dos o tres días después. Tuvo la suerte de haber sido un detenido y no un desaparecido. Estuvo preso alrededor de dos años.
El 25 de diciembre del ’75 nace nuestra hija Magdalena, para Navidad. Esos meses los tengo medio como borrados porque, esperando un bebé, yo estaba como abstraída. Pero en esos últimos meses de 1975 había una especie de proceso que iba separando las aguas. Uno no se daba cuenta en ese momento, no lo veía, pero empezaba a haber alineaciones. Ciertas personas se alineaban entre los sectores que apoyaban el golpe porque, en última instancia, éste se da para imponer el proyecto económico de un determinado sector. Lo mismo que pasa hoy, sólo que ya no hace falta que salgan los militares que, además, quedaron mu y desprestigiados luego del proceso. Pero en aquella época, grupos de la Iglesia, empresarios y los medios de comunicación se iban posicionando detrás de esa ideología golpista.
En el caso de Martín, la misma gente a la que antes le había parecido tan valioso su trabajo, empezó a ver que eso ya no le convenía por el hecho de su militancia. Lo acusaron de marxista porque, en ese momento decir eso de alguien era hacerle una cruz, marcarlo. Pero en realidad, tanto Martín como la mayoría de los chicos que ustedes ven ahí – señala el afiche con las fotografías de los desaparecidos y asesinados de Mercedes durante la dictadura – eran de la Juventud Peronista. Y el peronismo no era marxismo, era un movimiento nacional y popular. Ahora es otra cosa, porque los movimientos, lamentablemente, se van agotando con el tiempo.
A Martín lo marcaron porque era alguien que daba la cara. 
Además, por su personalidad, era una persona que no pasaba desapercibida en ningún lado. Él tenía su consultorio y ser odontólogo suponía, para cierta gente, tener en la puerta un auto, andar de traje y corbata; y Martín no tenía ni traje ni corbata. Cuando nos casamos pidió una corbata prestada. Tenía una moto, y en esa época no era común que un dentista anduviera en moto, pero él era así; en el consultorio atendía de jeans y remera, es decir que no se parecía al resto de los profesionales. A Martín la odontología lo frustró un poco, porque él quería que fuera un servicio social, accesible; y todos sabemos que ir al dentista es caro. Su profesión terminó siendo para él una contradicción; a veces incluso no cobraba.
Cuando Martín cae preso no la pasamos bien. Él estuvo primero en la cárcel de Mercedes [Unidad 5] y después en Sierra Chica. Pero la persecución, como ya dije, venía de antes. En el ’74, con López Rega, llega a Mercedes una lista de militantes marcados por la Triple A. La Policía federal los mandó a llamar uno por uno para informarles que estaban todos marcados y que ellos sabían quiénes eran; y entre esas personas estaba Martín. Por eso, cuando alguien publica en un diario un cuento como “Las semillitas coloradas”, ya se están dividiendo las aguas; se está diciendo que acá, entre nosotros, hay ‘semillitas coloradas’; que es lo mismo que si dijeran comunistas. Y más impactante es aún si quien escribe el cuento es un cura.
La militancia en Mercedes fue sobre todo barrial y cultural. Otro grupo teatral que Martín había armado se llamaba Megafón, y con él llevaban obritas a los barrios; pero también se realizaban trabajos reivindicativos, es decir para conseguir aquellas cosas que los barrios no tenían, como por ejemplo el agua corriente.
Simultáneamente, la Juventud Peronista impulsaba en los barrios un trabajo de discusión política, porque el objetivo era que la gente viviera mejor pero también comprendiera cuáles eran sus derechos; que son los derechos de todos. Era como un sueño, un proyecto demasiado importante y quizás no estaban dadas las condiciones en ese momento... No sé, tal vez nunca sabremos qué hubiera pasado. También se trabajaba en los colegios y había mucha participación en movilizaciones, asistiendo a marchas donde eran casi todos jóvenes; eso era lo más llamativo. Y muchos trabajadores, en esas marchas había una unión entre los jóvenes y los trabajadores.
Cuando a Martín lo ‘marcaron’ nosotros ya sabíamos que las cosas no terminarían bien, era una certeza. Entonces empezamos a cuidarnos más, a no dormir en casa y todo eso. A partir del ’75 trabajábamos cada vez menos en política, hasta que vino el golpe del ’76 y a Martín lo detienen. Estuvo tres meses en la cárcel de Mercedes, después casi un año en Sierra Chica y luego terminó en La Plata.
Durante esos años de cárcel, los más terribles de la dictadura, Martín se mantuvo siempre muy entero. Tenía esa cualidad de vivir dignamente cualquier situación. Él me decía que la vida en la cárcel es como afuera, las mismas reglas pero llevadas al extremo; entonces, el que es egoísta lo es al extremo y lo mismo pasa con el que es generoso. El sistema carcelario en esa época estaba bajo el poder militar, y el modo de presionar era dejarlos sin nada en las requisas e incomunicados. Por eso entre los presos políticos (y también con los presos comunes) compartían todo. En esas condiciones se aprende más la solidaridad para ayudar al que se viene abajo y sostenerlo. Muchos de los presos comunes eran muy solidarios con los presos políticos, y en ocasiones era a través de ellos que los presos políticos tenían alguna noticia de afuera".

(En la cárcel de Sierra Chica Martín recibió una fotografía de su hija Magdalena, se la llevó Virginia. Entonces, inspirándose en ella, en 1976 escribió un poema. Un músico mercedino, Mauricio Capaccio, lo convirtió en canción en 1984.)

“Para Magdalena”

Hay una luz recién nacida en tu mirada
y una Esperanza tan antigua como el mundo,
Hay un amor que es virginal, tierno y profundo
y hay una inmensa Voluntad inmaculada.
Quiero poner
toda tu luz en mi retina,
y tu esperanza
en cada gesto de mi mano.
Quiero poner
tu amor por sobre mis espinas,
tu Voluntad
en cada encuentro con mi hermano.
En tu sonrisa hay una paz recién nombrada,
y la promesa de un Edén siempre fecundo.
Hay un mensaje de Verdad simple y rotundo,
y la Alegría de ser bienaventurada
Yo quiero ser ángel que guarde tu inocencia,
quiero ser héroe de la paz que te ilumina.
Quiero ser niño en la alegría que te anima,
yo quiero ser hombre nacido en tu paciencia.


"Durante esos dos años mi vida era ir a verlo, – continúa Virginia – una vez por semana lo iba a visitar a Mercedes, a Sierra Chica o a La Plata y le llevaba algo. Martín pidió salir del país; si te daban esa opción te sacaban de la cárcel directo al aeropuerto y de ahí al país que te recibiera. Pero se lo negaron y permaneció como la mayoría de los presos políticos de la dictadura, sin juicio, hasta principios del ’78 cuando le dieron la libertad. Entonces vivimos un tiempo en Mercedes. Por decisión propia, Martín quería vivir en su ciudad a cara descubierta porque, a pesar de las persecuciones por sus actividades anteriores, él consideraba que no tenía nada que ocultar. Tuvimos varios episodios, por ejemplo, tuvo que presentarse ante el jefe del Regimiento 6, yo lo acompañé. Rojas Alcorta le dijo que la próxima vez no iba a ir preso y agregó: ‘Cuando yo tengo que matar, mato con el uniforme’.
Durante todo el ’78 y ’79 nosotros fuimos como muertos civiles, era como si viviéramos sólo porque ellos nos dejaban vivir, siempre que no nos metiéramos en nada; ni siquiera opinar. Pero tuvimos mucho apoyo de nuestros amigos y vecinos, por ejemplo, cuando yo iba a Sierra Chica a visitar a Martín, siempre había alguien que me llevaba, algún amigo, amiga, una familia o mi padre. Eso me llamaba mucho la atención, porque en la puerta de la cárcel nos juntábamos cientos el día de visita, y había mucha gente que estaba muy sola. Por eso hoy puedo decir que me sentí muy acompañada. Había compañeros que habían quedado libres y hacían colectas de dinero, porque yo trabajaba poco. Fue como la contra cara del Terrorismo de Estado, eran pequeños actos de solidaridad y de resistencia, que en realidad en ese momento eran enormes.
Alrededor de 198 1-82 comienzan a aparecer nuevamente viejas caras, gente que había estado exiliada, incluso en el exilio interno, dentro del país. Entonces comenzaron a visitarnos, porque Martín era muy querido y respetado por ellos; porque siempre fue una persona coherente. Eso también le trajo muchos enemigos, porque no era una persona complaciente; si tenía algo que decir lo decía y eso a muchas personas no les gusta.
Entonces comenzó una nueva etapa de militancia, otra vez dentro del peronismo; en eso fuimos muy cabeza dura [risas]. Yo todavía me sigo identificando como peronista y con el principio de justicia social. Cuando volvió la democracia apareció el Ateneo Eva Perón y, de a poco, muchas personas que habían estado esperando para participar comenzaron a hacerlo. Nosotros nos fuimos a vivir a Bariloche, ya teníamos seis hijos. Vivimos allí durante toda esa terrible década del 90, donde todo volvió para atrás, o sea en contra del pueblo. Allí militamos con Martín en el Frente Grande, luego Martín estuvo en el CTA y en el FRENAPO (Frente Nacional para la Pobreza). Después vino la hecatombe de 2001, con la caída de De la Rúa.
Cuando volvimos a Mercedes, Martín se sumó a esta Comisión por la Memoria y fue como el broche de su vida, porque para él era muy importante recuperar la memoria de los compañeros mercedinos desaparecidos. Creo que con eso él logró cerrar una historia desde lo más profundo, porque se trata de la presencia de los que ya no están, con toda la carga afectiva que eso significa, porque además de compañeros muchos eran amigos".

Martín Caracoche falleció el 21 de enero de 2008.

“Recuerdos de hoy”

Tengo en el instinto el recuerdo,
grito, dolor y esperanza.
Tengo tu palabra en la canción
y he de cantar.
No hay otro camino que el amor,
ni otra verdad que la vida,
no hay ausencia que pueda llevarse
la dignidad.
No te conocí y aun te extraño, aun...
Canto por los nombres que falta encontrar,
treinta mil pañuelitos blancos de amor,
secan el dolor que no hemos de olvidar...
Nunca Más...
Herida en el tiempo has de cerrar,
cuando al fin se haga justicia,
cuando la verdad sea de verdad,
no una ilusión.
No hay otro camino que el amor,
ni otra verdad que la vida,
y no hay otra respuesta a la opresión,
que la lucha.
No te conocí y aun te extraño, aun...
Canto por los nombres que falta encontrar,
treinta mil pañuelitos blancos de amor,
secan el dolor que no hemos de olvidar...
Nunca Más...

Leopoldo Caracoche



1 comentario:

  1. siempre en mi alma,,,,,fuiste tan grande como el mundo, imposible olvidarte, agradezco haberte conocido, dificil encontrar alguien c tu alma corazon y vida,,,,chau profe!!!!!!!

    ResponderEliminar