domingo, 28 de febrero de 2010

Breve reseña histórica del conflicto argentino-británico por Malvinas hasta el 2 de abril de 1982











Extraído del libro: "Malvinas, un llamado a la memoria", alumnos y docentes del Colegio Santa María, Mercedes (B), 2009. 

Cuatro países se adjudican el descubrimiento de las islas Malvinas: Portugal sostiene que sus marinos: Américo Vespucio, Hernando de Magallanes y Esteban Gómez fueron quienes las avistaron por primera vez entre 1502 y 1520. España sostiene que el descubrimiento fue hecho por la nave Incógnita, del obispo de Plasencia, en 1540. Gran bretaña asigna el descubrimiento a John Davis (1592) y a Richard Hawkins (1594), quien las denominó Maidenlands. Holanda sostiene que su marino, Sebald de Weert, las avistó en 1600. A partir de entonces las llamaron Sebaldinas. Entre los años 1522 y 1541 las islas figuraban en forma imprecisa en cartas náuticas con los nombres de San Antón, Sansón, de los Patos o de los Leones.

En 1650 John Strong navego el estrecho de San Carlos, al que bautizó Falkland Sound. Hacia 1698 la Compañía de Pesca del Mar del Sur, con asiento en Saint Maló, Francia, envió buques pesqueros a las islas. A partir de entonces comenzaron a llamarlas Malouinas, de donde deriva el nombre Malvinas. El almirante Villefort, a bordo de la fragata Felipaux, las avistó en 1701 y, hacia 1748, el comodoro Anson de la Armada británica recomendó la ocupación del archipiélago por su excelente ubicación estratégica en la ruta al Pacífico Sur.

En 1764 el francés Luis Antonio de Bougainville fundó Puerto Luis, primer asiento poblacional en la Malvina Oriental. En 1765, el británico Byron fundó Puerto Egmont y, en 1766, se estableció una guarnición al mando de John Mc Bride, en una pequeña isla al noroeste de la Gran Malvina. Mc Bride se presentó el Puerto Luis para reclamar los derechos británicos sobre las islas, pero fue rechazado. Al enterarse del asentamiento francés, España reclama ante el gobierno galo, éste reconoce la soberanía española y entrega la plaza a cambio de una indemnización. Se establece entonces, en el rebautizado Puerto Soledad, el primer gobernador español: Felipe Ruiz Puente, quien informó a Buenos Aires sobre la presencia británica en Puerto Egmont. El gobernador de Buenos Aires: Francisco de Paula Bucarelli, envía una expedición al mando de Juan Ignacio de Madariaga quien, en 1770, expulsa a los ingleses y destruye Puerto Egmont. Ante el reclamo británico, España acordó devolver Puerto Egmont como desagravio, sin que ello significara una renuncia a la soberanía sobre las islas. Existió un “pacto secreto” por el cual los británicos se comprometieron a abandonar las Malvinas en breve lapso y, en efecto, se retiraron de las islas en 1774. Al retirarse, los ingleses dejaron una placa de plomo con la leyenda: “Las islas Falkland son de derecho y propiedad exclusiva del rey Jorge III”. 
Las Malvinas continuaron, desde entonces, administradas por una veintena de gobernadores españoles hasta 1811. Producida la Revolución de Mayo, las islas permanecieron gobernadas por España hasta que el gobernador de Montevideo: Francisco Javier de Elio, ordenó evacuarlas. 
En 1820 el gobierno de Buenos Aires envía a la  Heroína, al mando de David Jewett, quien izó por primera vez la bandera nacional y comunica a los habitantes y navegantes de la zona que toma posesión de las islas a nombre del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1821 se nombra gobernador a Guillermo Mason y, posteriormente, a Pablo Areguati y Luis Vernet.

En 1829 el gobierno de Buenos Aires crea por decreto la Comandancia Política y Militar de Malvinas, con jurisdicción hasta el Cabo de Hornos, nombrando para el cargo a Vernet. Gran Bretaña protestó aduciendo derechos soberanos sobre las islas.

Pese a la presencia argentina en el archipiélago, eran cada vez más los buques extranjeros que realizaban pesca furtiva de focas y ballenas; especialmente norteamericanos. Ante tal infracción, Vernet procede a detener tres goletas estadounidenses, que fueron trasladadas a Buenos Aires. La reacción no se hizo esperar; la fragata Lexington, al mando de Silas Duncan, se presentó en Puerto Soledad bajo bandera francesa, arrasó las instalaciones y detuvo a Vernet.

Esta acción motivó las correspondientes protestas argentinas y la ruptura de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, que permanecieron interrumpidas hasta 1844. Cuando en 1841 el gobierno argentino requirió una indemnización, el gobierno norteamericano alegó que se trataba de “una zona despoblada u ocupada por salvajes”1, y que no podía satisfacer el reclamo argentino porque aún no estaba dilucidada la cuestión de la soberanía, al mantener nuestro país una disputa con el Reino Unido. En 1855, en su mensaje al Congreso norteamericano, el presidente Cleveland informó que la Lexington había actuado contra una “colonia de piratas”. Luego del ataque de la Lexington, en 1833 José María Pinedo, al mando de la nave Sarandí, retoma Puerto Soledad y se nombra gobernador interino a Juan Esteban Mestivier.

En 1829 Lord Aberdeen y el representante británico en Buenos Aires: Woodbine Parish aconsejaron a su gobierno apropiarse del archipiélago. En 1833 se produce la captura británica de las islas por intermedio del capitán Onslow, al mando de la nave Clio; sin que Pinedo, a pesar de protestar, pudiese impedirlo. Inmediatamente se suceden protestas argentinas que no son respondidas hasta que, en 1842, Gran Bretaña da por cerrado el asunto y establece una administración civil a cargo de Richard C. Moody. Las protestas argentinas se efectuaron inicialmente, desde 1833, ante el encargado de negocios británico en Buenos Aires; para trasladarse luego a Londres mediante el representante del gobierno argentino Manuel Moreno. En 1834 Gran Bretaña rechazó los reclamos, aduciendo títulos sobre las islas, derivados del descubrimiento – que se atribuye –, de la ocupación de Puerto Egmont y de la reserva efectuada ante el decreto de 1829. Cuando en 1844 Inglaterra da por cerrado el caso, negó la existencia de un “pacto secreto” referido al desalojo de Puerto Egmont. El tema Malvinas quedó silenciado hasta 1885, año en que se renuevan los reclamos argentinos sin recibir respuesta alguna. Recién en 1887 el gobierno británico responde sólo para manifestar que se trata de una discusión cerrada. Será luego de la Segunda Guerra Mundial cuando la cuestión recobre vigencia a instancias de la ONU.

El artículo 73 de la Carta de Naciones Unidas propugna la independencia de territorios no autónomos en poder de países imperialistas. Ante la solicitud de la ONU, en 1946 Gran Bretaña presenta un informe sobre los territorios bajo su posesión, entre los que incluye a las Malvinas en carácter de colonia; lo que motivó la protesta argentina.

En 1960 la XV Asamblea General dictó la Resolución 1514: “Declaración sobre la concesión de la independencia a países y pueblos coloniales”, y lo hizo en base a dos principios: la Libre Determinación de los Pueblos y la Integridad Territorial. Gran Bretaña se aferra al primero de los principios, insistiendo en la necesidad de tener en cuenta los intereses de los isleños. La Argentina sostendrá el segundo, por tratarse de un territorio usurpado y ocupado por un país imperialista. 
En 1961 la XVI Asamblea General de la ONU crea un Comité de Descolonización y, en 1964, las Malvinas son incluidas entre los territorios a descolonizar. En 1965 la XX Asamblea General de Naciones Unidas dictó la Resolución 2065, reconociendo la existencia de una disputa entre la Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas, e instando a ambos países a iniciar negociaciones en busca de una solución. En función de ello, la Argentina invita a Gran Bretaña a negociar. Su gobierno aceptó, pero sin considerar la cuestión de la soberanía. En 1966 se inician las negociaciones en Londres. 
En 1967 el representante británico en Naciones Unidas manifestó que su país estaba dispuesto a cumplir con lo establecido en la Resolución 2065. En 1968 un representante del gobierno británico viaja a las Malvinas para convencer a los isleños de la conveniencia del traspaso de las islas a la Argentina. A su vez, el gobierno británico hizo saber que transferiría las islas si la Argentina se comprometía a respetar los intereses de sus pobladores. Hubo debates en el Parlamento Británico donde algunos aceptaron como lógica la posición argentina.

En 1969 ambos países convienen iniciar negociaciones para la apertura de las comunicaciones entre las islas y el territorio continental argentino. La primera rueda de negociaciones comienza en Londres en 1970, y la segunda en Buenos Aires en 1971. La tercera ronda de negociaciones se realizó en Puerto Stanley (Malvinas) en 1972. Al año siguiente las negociaciones se interrumpen ante la negativa británica de tratar la cuestión de la soberanía, lo que es informado por la Argentina a las Naciones Unidas. El Organismo, en la XXVIII Asamblea General, dicta la Resolución 3160, instando a proseguir las negociaciones y manifestando su preocupación por los escasos progresos.

En 1974 las negociaciones se reinician, pero vuelven a estancarse ante la insistencia británica de tener en cuenta los deseos de los isleños. El año 1975 finaliza con un nuevo informe argentino a la ONU sobre la negativa de Gran Bretaña de tratar la cuestión de la soberanía. A comienzos de 1976 Gran Bretaña califica de “estéril” la disputa por la soberanía. Nuestro país retira su embajador en Londres y solicita al Reino Unido que haga lo mismo con el suyo en Buenos Aires. La ONU, por Resolución 3149 de su 85° Sesión Plenaria, solicitó acelerar las negociaciones. En 1977 se emite un comunicado conjunto en Londres y Buenos Aires informando que se reanudarían las negociaciones. El Reino Unido acepta, por primera vez, incluir en la discusión el tema de la soberanía.

Una primera etapa de las nuevas negociaciones se inició en Roma y otra en Nueva York. Se acordó conformar dos grupos de trabajo para tratar los temas de cooperación económica y de soberanía. Una tercera ronda en Lima resultó frustrante para el gobierno argentino, dada la intransigencia británica en cuanto a la soberanía. La Argentina vuelve a protestar ante la ONU.

Otra ronda en Ginebra vuelve a terminar en fracaso y lo mismo sucede en Nueva York en 1979, pero con acuerdo de ambos países para restablecer embajadores, que presentan sus credenciales en 1980. En 1981 el gobierno argentino califica de “anacrónica” la situación colonial en Malvinas y sostiene que, de no progresar las negociaciones, la Argentina se reserva el derecho de optar por otros caminos para recuperar las islas. Ya éramos gobernados, desde 1976, por los “señores de la guerra”.

Así se llega a 1982, año en que una nueva ronda de negociaciones no arroja ningún resultado. La Argentina exige una reunión mensual para acelerara la negociación, pero Inglaterra no responde. Finalmente, el 2 de abril de 1982, la Argentina ocupa militarmente las islas Malvinas.



5 comentarios:

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  2. Muy buena la reseña, me ayudo mucho, gracias! :)

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  3. GRACIAS POR TU COMENTARIO JULI!! ME ALEGRO QUE TE HAYA SERVIDO!!

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